Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Con una maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas magistrales en un https://katrinaydyy059831.iyublog.com/37435115/el-momento-en-que-zidane-perdió-la-calma